En la década de 1880 ya era el centro de un grupo de escritores franceses en París, incluyendo a André Gide y Paul Valéry, a quienes él comunicó sus ideas sobre el verso libre y la construcción del poema alrededor de un símbolo central. Durante años, sus veladas literarias fueron consideradas el centro de la vida intelectual parisina.
Fue uno de los pioneros del decadentismo francés. Dueño de una sintaxis experimental, cuyo hipérbaton mezclaba construcciones inglesas y latinas, y de un ritmo y vocabulario poco comunes, Mallarmé creó poemas cerrados en sí mismos, lejos de cualquier realismo, donde el sentido proviene de las resonancias. En su poesía las sonoridades y los colores juegan un rol tan importante como los sentidos cotidianos que tienen las palabras, lo cual hace su traducción realmente difícil.
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